¿Comen huesos los perros?
Desde siempre los perros han comido huesos. El tuétano, o sea, la médula ósea, es muy nutritiva y todos los cánidos (perros, lobos y zorros) mastican los huesos y se los comen. De hecho, su estómago ha evolucionado para poder digerir una cantidad de huesos que mataría a cualquier ser humano.
Entonces, ¿por qué recomendamos no dar huesos a los perros? ¡Con lo que disfrutan los perros con un hueso! Pueden estar horas y horas mordisqueándolo y saboreándolo.
Mucha gente opina que sólo son peligrosos los de pollo o los que se astillan, pero la verdad es que cualquier hueso te puede dar un disgusto.
Los huesos pueden dar dos tipos de problemas: las gastroenteritis más o menos graves causadas por la erosión producida por los huesos en la mucosa gastrointestinal, y los “atascos” que, según su localización en el tracto digestivo, pueden ser más o menos graves.
Si los huesos llegan hasta el intestino grueso y no ha pasado demasiado tiempo, generalmente pueden ser extraídos manualmente, con el perro bajo anestesia o sedación profunda, ya que es un procedimiento muy doloroso, pudiendo extraerse casi siempre sin tener que operar al perro. Desgraciadamente, no siempre es posible y en ocasiones se requiere cirugía abdominal para solucionarlo.
Si los huesos están en el estómago y están causando problemas, se extraen mediante cirugía endoscópica. Este procedimiento evita tener que “abrir” el abdomen del perro, lo cual simplifica el procedimiento y reduce los riesgos, pero no evita la anestesia general.
Si los huesos están en el intestino delgado y están produciendo una obstrucción, hay que extraerlos mediante cirugía y es una cirugía que requiere tener la experiencia suficiente y los conocimientos necesarios para hacerla correctamente, ya que si surgen complicaciones, éstas pueden ser graves.
Por último están los huesos que se atascan en el esófago. Los huesos en el esófago son una emergencia de primer nivel. Deben ser extraídos vía endoscópica por personal cualificado y cuanto antes mejor. Si permanecen bastante tiempo en el esófago, dañan sus paredes y pueden producir lesiones muy complicadas de solucionar. Además, cuando se atascan lo suelen hacer sobre el cayado aórtico y una perforación a ese nivel puede ser mortal en cuestión de minutos.
Visto todo lo que pueden producir los “atascos” de huesos está más que justificado que no recomendemos dárselos a nuestros perros. Está claro que son una delicia para ellos y que normalmente no les pasa nada… casi nunca, pero casi nunca quiere decir que, a veces, puede ocurrir un desastre.