Las espigas y los perros

En verano ¡cuidado con las espigas!

Luego de la floración en primavera, las gramíneas se llenan de semillas que tienen una peculiar forma de arpón, que les permite diseminarse de una manera muy efectiva.

Estas pueden enredarse en el pelo de nuestras mascotas y entrar a través de la piel sana o a través de sus orificios. La anatomía de la espiga hace que se claven y sea muy difícil que salgan por si solas hacia atrás. Es común que se claven entre los dedos de las patas, lo que provoca inflamación y dolor local que lleva a que el perro se lama constantemente la misma. Se puede infectar y producir una cojera evidente y el rechazo a que le toquemos la pata.

Cuando entran por el canal auditivo suelen provocar otitis externas. Su inicio es agudo y se acompaña con sacudidas de cabeza y rascado de la oreja afectada. Si entran por el orificio nasal, provocan estornudos y, si lesionan la mucosa, se ve sangre saliendo por la nariz. Si no se realiza una atención inmediata, este cuadro puede complicarse con bacterias y aparece entonces un exudado purulento.

Aunque no es tan común, estas espigas también pueden quedarse alojadas en las encías (entre los dientes) o debajo del tercer parpado del ojo, produciendo una inflamación e irritación local muy dolorosa.

Para poder extraerlas hay que sedar al animal. Cuando se alojan en nariz o en oídos se sacan con la ayuda del otoscopio y utilizando unas pinzas especiales.

El tratamiento antibiótico y antiinflamatorio siempre debe acompañar a la extracción de este cuerpo extraño y cuanto antes se quite menos daños producirá en nuestra mascota.